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Esbozar una sonrisa...


Las olas chocaban contra las rocas al mismo ritmo que el tic tac de su corazón. Era la primera vez que despertaba, abría la ventana y se encontraba con tan hermoso paisaje. El olor a mar le recargaba de energía y pensaba que ya no le hacía falta nada más. La playa estaba desierta, aún era temprano. Echó un vistazo al interior de la habitación y ahí estaba él, aún dormido enrollado entre sábanas de algodón blancas. Aquella espalda desnuda la tentaba. Deseaba acostarse a su lado y recorrer su dedo por aquella suave piel masculina, dibujar en ella todo lo bueno que le hacía sentir. Él se haría el remolón para que ella no cesara, no querría que parara. Ella inquieta llevaría su mano hasta lo más próximo a su axila para hacerle cosquillas. Entonces él se giraría y la atraparía entre sus brazos, se besarían y se dejarían llevar otra vez por un dulce despertar. Pero no, se quedó inmóvil otra vez mirando hacia el mar. Necesitaba ese rato para ella, para empaparse bien de esa libertad que se había adueñado de ella por completo. Sin quererlo recordó tiempos pasados, y lo único que pudo hacer es esbozar una sonrisa. Ya le decían que la vida aún no había empezado para ella, que aún le quedaba mucho por vivir y que la vida era hermosa. En aquel tiempo ella no veía que fuera posible, pero ahora, en ese mismo instante, apoyada en aquella ventana, mirando hacia el mar, observando cómo aquel hombre que le había hecho sentir mujer otra vez sólo pudo esbozar una sonrisa, respirar lo más profundamente posible para recargar la batería, cerrar la ventana y acostarse al lado de su presente perfecto…

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