Silencio… Apreciado tesoro para mentes atormentadas. Silencio para poder ordenar las ideas que nos agolpan a cada momento en la mente, intoxicando cada órgano de nuestro cuerpo. Silencio para poder escuchar lo que nuestra conciencia nos quiere transmitir, silencio para podernos dejar llevar por nuestros pensamientos más impuros, aquellos que ahogamos para no sentirnos culpables; culpables por sentir algo tan extraño que jamás habíamos vivido. Una emoción, un cosquilleo de alguien al que no le corresponde estar ahí, en tu mente, en ese momento, en ese instante. Azotes desgarradores provocando lágrimas. Queremos sentirnos libres, nos ahogamos en nuestros llantos deseando desatarnos de estas ataduras que nos impide movernos más allá de un mañana. Ataduras, nudos hechos con sumo cuidado y tan delicadamente que apenas nos hemos dado cuenta. Mi corazón ha ido dejando de latir. La toxina le ha ido impregnando toda la corteza… Ha llegado hasta el último latido. Esas mismas ataduras no