Silencio… Apreciado tesoro para
mentes atormentadas. Silencio para poder ordenar las ideas que nos agolpan a
cada momento en la mente, intoxicando cada órgano de nuestro cuerpo. Silencio
para poder escuchar lo que nuestra conciencia nos quiere transmitir, silencio
para podernos dejar llevar por nuestros pensamientos más impuros, aquellos que
ahogamos para no sentirnos culpables; culpables por sentir algo tan extraño que
jamás habíamos vivido. Una emoción, un cosquilleo de alguien al que no le
corresponde estar ahí, en tu mente, en ese momento, en ese instante. Azotes
desgarradores provocando lágrimas. Queremos sentirnos libres, nos ahogamos en
nuestros llantos deseando desatarnos de estas ataduras que nos impide movernos
más allá de un mañana. Ataduras, nudos hechos con sumo cuidado y tan
delicadamente que apenas nos hemos dado cuenta. Mi corazón ha ido dejando de
latir. La toxina le ha ido impregnando toda la corteza… Ha llegado hasta el
último latido. Esas mismas ataduras no han podido con nuestras mentes. El nudo
se ha desatado. Imposible estrangular un pensamiento… Nuestros sueños le dan
alimento a ese último latido… Sueña, siente, piensa, ríe, llora, grita, habla,
canta…. Que nada ni nadie deje que tu corazón deje de latir…
En el silencio de la noche puedo encontrarte. Haces que mi frío se vuelva templanza y que mis miedos se conviertan en simples fantasmas que como humo de cigarro se dispersa con solo tocarlo. Aclaras mis dudas e interrumpes todo tormento. Pensar que existes, que puedes llegar algún día a convertirte en carne y hueso me hace creer, pensar que todo esto que ahora me está pasando sea por ti. Hace tiempo creí morir. Creí que no había más salida que cerrar los ojos y dejarme caer a un pozo sin retorno. Sentí tu presencia, pude oler tu perfume y hasta notar el tacto de tu piel. Comprendí que aún me quedaba mucho por vivir. Mi cuerpo se compone en gran parte de sentimientos y eso es lo que una vez me hizo casi padecer pero al mismo tiempo me ha ayudado a renacer, volver a juntar esas cenizas que quedaron dispersas en el suelo y que con una simple brisa, la tuya, puede convertir en lo que ahora soy, un pequeño huracán que allá por donde pasa intenta dejar huella, la mejor posible, repart
Comentarios
Publicar un comentario