Soy afortunada al haber sido agraciada con los 5 sentidos que la naturaleza otorga al ser humano, vista, olfato, gusto, tacto y oído. No sé qué sería de mi vida si alguno de ellos me fallara. Es posible vivir, sí, pero no sé si sería capaz, por ello admiro a toda persona que sea arrebatada de una de ellas y no hablamos de varias. Su esfuerzo de superación es algo que no sé si yo tengo la fuerza suficiente para ello, aunque el instinto de supervivencia supongo que me daría un empujoncito. Si ahora mismo me dijeran que me quitaban uno y cual quisiera que desapareciera tendría mis dudas. Si me privaran de la visión, me perdería muchas cosas bonitas que aún están por llegar. Me quedaría con las ganas de mirar una bonita puesta de sol con una compañía que mereciera la pena, en alguna playa del mediterráneo, en algún país extranjero, a ser posible, en una isla italiana. Me quedaría con las ganas de admirar unas bonitas flores en un inmenso prado, por ejemplo en la Toscana (se nota que me gustaría ir a Italia, ¿verdad?) y me quedaría con ganas de ver una vez más una película en la que desde el principio te quedaras prendada por sus protagonistas, te encantara el guión, que me riera mucho y al final llorara de emoción. También dejaría de admirar tu cara por las mañanas al despertar, ver cómo aún duermes, relajado, sin preocupaciones y sin saber que yo te estoy mirando. Hay tantas cosas que me llegaría a perder, aunque, si prescindiera de la visión aún he de pensar que me quedaría el resto de sentidos que aún podrían transmitir mejor las emociones. Si algún día tengo la oportunidad de estar presente en una bonita puesta de sol, en una isla italiana, si no puedo observarla, la puedo sentir. Cerraría los ojos aunque abiertos fuera lo mismo, cogería aire profundamente por la nariz y respiraría la brisa del mar. Esa persona especial me abrazaría, me daría un beso en las mejillas y ese color rosado medio anaranjado que sé porque lo he visto en fotografías, pasaría a reflejarse en mi corazón y mi piel se estremecería tanto que se pondría de gallina. Esas flores tan hermosas podría tocar sus pétalos aterciopelados, acercar mi nariz y oler su bonito perfume. No las arranques, no me gusta que me regalen esqueletos, las flores hay que dejarlas en la tierra, junto a sus raíces. Pasearía por esos prados, otra vez con los ojos cerrados, respirando profundamente y con los brazos abiertos, esperando tocarlas con las manos. Sí, otra vez se dibujaría en mí esa sonrisa, la misma que me saldría cuando fuera al cine, tan sólo para sentir esas voces en esos altavoces tan potentes que sintiera que me envuelven toda entera, pero no a una película cualquiera, a una en la que los protagonistas contagiaran con un buen guión sentimientos puros, que me hicieran sentir lo que quieren transmitir con dulces palabras, estremecedores llantos y risas contagiosas. Aún seguiría percibiendo el olor a palomitas, ese que tanto me gusta cuando voy al cine. Y por último, y no ser lo menos importante, podría pasar mis manos sobre tu cara, aún estando dormido, acercarme a ti, despacio y besarte poco a poco hasta que tus ojos despertaran y me vieran a mí, sonriéndote, y deseándote una dulce mañana, entonces, cuando tú me devolvieras esos besos mis mejillas enrojecerían... No quiero desprenderme de ninguno de mis sentidos, pero si alguna vez, que ojalá no ocurriera me fallara alguno, podría aprender a sacarle provecho al resto si me lo propusiera, sólo hay que rodearse de cosas hermosas que te hagan sentir, en definitiva, que te hagan vivir ...
En el silencio de la noche puedo encontrarte. Haces que mi frío se vuelva templanza y que mis miedos se conviertan en simples fantasmas que como humo de cigarro se dispersa con solo tocarlo. Aclaras mis dudas e interrumpes todo tormento. Pensar que existes, que puedes llegar algún día a convertirte en carne y hueso me hace creer, pensar que todo esto que ahora me está pasando sea por ti. Hace tiempo creí morir. Creí que no había más salida que cerrar los ojos y dejarme caer a un pozo sin retorno. Sentí tu presencia, pude oler tu perfume y hasta notar el tacto de tu piel. Comprendí que aún me quedaba mucho por vivir. Mi cuerpo se compone en gran parte de sentimientos y eso es lo que una vez me hizo casi padecer pero al mismo tiempo me ha ayudado a renacer, volver a juntar esas cenizas que quedaron dispersas en el suelo y que con una simple brisa, la tuya, puede convertir en lo que ahora soy, un pequeño huracán que allá por donde pasa intenta dejar huella, la mejor posible, repart
Comentarios
Publicar un comentario